Las formas de preparar un determinado alimento, a veces, puede resultar tedioso para muchos, y llega a serlo más, cuando después de un proceso largo y dedicado, no sale como esperamos.
En esta ocasión hablo del hojaldre, una masa a la que hay que dedicar tiempo y muchos cuidados para que todo salga perfecto. Debido a esto, y dado que a veces no dispongo del tiempo suficiente para formar bien la masa, he ido recurriendo a ciertas trampas que me permiten que el resultado final sea igual de bueno.
Los croissants de hojaldre (los de mantequilla o croissants franceses, como también se les llama) son mi debilidad, pero requieren mucho tiempo y hay que tener la masa muy fría en todo momento para que las capas se vayan formando bien. El tema es que un día desperté con mucho antojo de ellos, y al no tener hojaldre en el congelador se me ocurrió esto.
Ya se que no es una técnica para nada profesional ni mucho menos, solo quiero compartir mi experiencia con todos aquellos que quieran salir del paso haciendo croissants franceses y que realmente salgan hojaldrados.
Ingredientes:
Para la masa:
- 500gr harina
- 100 gr azúcar
- 10 gr sal
- 15 gr levadura fresca
- 1 huevo (de unos 50 gr)
- 50 gr leche
- 40 gr mantequilla (en pomada)
- 200 ml agua
Para hojaldrar:
- 270 gr de mantequilla muy fría ****
****Aquí vemos la mantequilla que tendríamos que utilizar si hiciésemos el proceso de hojaldrado bien. Nosotros vamos a a hacer la masa sin este proceso, por lo que al final utilizaremos bastante menos, esto tiene que ser a ojo. Vamos a ir viéndolo en las fotografías.
Procedimiento:
1. Metemos los alimentos secos en el bol. Harina. sal, levadura y azúcar.
2. Poco a poco vamos añadiendo los líquidos, y finalmente, la mantequilla en pomada.
3. Dejamos reposar hasta que doble su volumen. Cortamos en porciones y estiramos varias tandas de masa con un grosor de 2 milímetros como máximo. Metemos en la nevera 5 minutos.
4. Damos forma de triángulo a cada croissant. Y con mantequilla bien fria, extendemos sobre la masa. Empezamos a enrollarlo. Cuantas más vueltas dé sobre si mismo, más capas conseguiremos. Los pincelamos con huevo y los metemos al horno precalentado a 180ºC (calor arriba y abajo sin ventilador). Los dejamos hasta que los veamos dorados… Y voilá, crugientitos, crugientitos!